En 1991, los médicos O. J. Grösser y T. Landis relataron la de una persona sana en la revista Vision and visual dysfunction. “Estaba delante de una pequeña audiencia, no más de diez personas, en una clase universitaria bien iluminada, dando una charla tan bien preparada que la podía soltar como un poema aprendido de memoria. Sin previo aviso, tuve la impresión de que me estaba observando a mí mismo desde fuera, desde una posición a más de un metro por encima de mi cabeza y un poco al lado, cerca del techo de la habitación. Probablemente, el fenómeno no duró más de 15 segundos, pero durante ese tiempo fue como si mi cuerpo estuviera por debajo de mi yo real, y continuara soltando la charla mientras que yo estaba mirando desde arriba”.
Aunque los relatos asuman matices psicológicos o religiosos distintos, según la cultura del protagonista, todos coinciden en la presencia de un cuerpo inmaterial que se aleja del cuerpo físico. “Quizá la presencia de un mecanismo o de una disfunción cerebral que genera estas ilusiones haya inspirado la idea de alma, un concepto presente en todas la culturas”, argumenta Metzinger.
Inducir artificialmente una experiencia tan extrema en personas sanas es todavía imposible, pero los experimentos descritos en Science sí llegan a reproducir algunos de sus rasgos fundamentales. Las personas que participan en las pruebas llevan puestos unos visores de realidad virtual. Una cámara detrás de ellos los graba y retransmite la imagen en tiempo real a los visores, que la reproducen en tres dimensiones, dándoles la sensación de tener un individuo de espaldas delante de ellos. Luego, los investigadores empiezan a tocar el pecho o la espalda del voluntario con una barrita. El movimiento aparece reproducido en el visor. “De esta manera se crea un mensaje sensorial contradictorio”, explica Tej Tadi, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausanna (EPFL), en Suiza, y coautor de uno de los trabajos. “La barrita actúa sobre el cuerpo real, pero el voluntario la ve moverse sobre un cuerpo que está a unos metros delante de él”. Al cabo de un minuto de estimulación, la mayoría de los voluntarios percibe una sensación rara. “Te parece que tú estás en ese cuerpo que está allí, delante de ti”, explica Ehrsson, que ha probado la experiencia en primera persona. “Algunos voluntarios empezaron a reírse, otros dijeron que encontraban esa sensación extraña, incluso irritante”
Aunque los relatos asuman matices psicológicos o religiosos distintos, según la cultura del protagonista, todos coinciden en la presencia de un cuerpo inmaterial que se aleja del cuerpo físico. “Quizá la presencia de un mecanismo o de una disfunción cerebral que genera estas ilusiones haya inspirado la idea de alma, un concepto presente en todas la culturas”, argumenta Metzinger.
Inducir artificialmente una experiencia tan extrema en personas sanas es todavía imposible, pero los experimentos descritos en Science sí llegan a reproducir algunos de sus rasgos fundamentales. Las personas que participan en las pruebas llevan puestos unos visores de realidad virtual. Una cámara detrás de ellos los graba y retransmite la imagen en tiempo real a los visores, que la reproducen en tres dimensiones, dándoles la sensación de tener un individuo de espaldas delante de ellos. Luego, los investigadores empiezan a tocar el pecho o la espalda del voluntario con una barrita. El movimiento aparece reproducido en el visor. “De esta manera se crea un mensaje sensorial contradictorio”, explica Tej Tadi, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausanna (EPFL), en Suiza, y coautor de uno de los trabajos. “La barrita actúa sobre el cuerpo real, pero el voluntario la ve moverse sobre un cuerpo que está a unos metros delante de él”. Al cabo de un minuto de estimulación, la mayoría de los voluntarios percibe una sensación rara. “Te parece que tú estás en ese cuerpo que está allí, delante de ti”, explica Ehrsson, que ha probado la experiencia en primera persona. “Algunos voluntarios empezaron a reírse, otros dijeron que encontraban esa sensación extraña, incluso irritante”
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