martes, 20 de mayo de 2008

Experiencias extracorpóreas III

“En respuesta a la aplicación de corrientes bajas, una paciente epiléptica de 43 años decía que se estaba hundiendo en la cama o cayendo desde arriba. Tras una subida de corriente, la mujer explicó que se veía a sí misma tumbada en la cama desde arriba”. Según los investigadores, la intersección de los lóbulos parietal y temporal podría estar relacionada con las experiencias extracorpóreas, tanto en individuos sanos como en enfermos. “Es la parte del cerebro encargada de hacer encajar las informaciones que vienen de los distintos sentidos”, explica Ehrsson.

“Si la tecnología de la conciencia se desarrollara suficientemente, se podría colocar a una persona en un entorno virtual y engañar a su cerebro hasta el punto de hacerle creer que su auténtica realidad es aquella y que su cuerpo real es el cuerpo que siente en el mundo virtual”, explica Metzinger. “La vuelta al mundo real podría ser muy dura, porque una experiencia de este tipo conferiría una percepción muy clara de un hecho que normalmente tendemos a ignorar. Es decir, que el mismo mundo real, la misma sensación que sentimos cada día de tener una identidad y estar en un cuerpo, no es nada más que una creación del cerebro, tan arbitraria y manipulable como la del mundo virtual. Incluso podríamos ser cerebros conservados en formol y nuestra conciencia el resultado de una sencilla estimulación externa”. Delante de este escenario desconcertante y que casi da miedo, Ehrsson se agarra con toda su fuerza a un reflexión de Einstein: “La realidad es sólo una ilusión, pero una ilusión que es muy persisten".

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Experiencias extracorpóreas II

En 1991, los médicos O. J. Grösser y T. Landis relataron la de una persona sana en la revista Vision and visual dysfunction. “Estaba delante de una pequeña audiencia, no más de diez personas, en una clase universitaria bien iluminada, dando una charla tan bien preparada que la podía soltar como un poema aprendido de memoria. Sin previo aviso, tuve la impresión de que me estaba observando a mí mismo desde fuera, desde una posición a más de un metro por encima de mi cabeza y un poco al lado, cerca del techo de la habitación. Probablemente, el fenómeno no duró más de 15 segundos, pero durante ese tiempo fue como si mi cuerpo estuviera por debajo de mi yo real, y continuara soltando la charla mientras que yo estaba mirando desde arriba”.

Aunque los relatos asuman matices psicológicos o religiosos distintos, según la cultura del protagonista, todos coinciden en la presencia de un cuerpo inmaterial que se aleja del cuerpo físico. “Quizá la presencia de un mecanismo o de una disfunción cerebral que genera estas ilusiones haya inspirado la idea de alma, un concepto presente en todas la culturas”, argumenta Metzinger.

Inducir artificialmente una experiencia tan extrema en personas sanas es todavía imposible, pero los experimentos descritos en Science sí llegan a reproducir algunos de sus rasgos fundamentales. Las personas que participan en las pruebas llevan puestos unos visores de realidad virtual. Una cámara detrás de ellos los graba y retransmite la imagen en tiempo real a los visores, que la reproducen en tres dimensiones, dándoles la sensación de tener un individuo de espaldas delante de ellos. Luego, los investigadores empiezan a tocar el pecho o la espalda del voluntario con una barrita. El movimiento aparece reproducido en el visor. “De esta manera se crea un mensaje sensorial contradictorio”, explica Tej Tadi, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausanna (EPFL), en Suiza, y coautor de uno de los trabajos. “La barrita actúa sobre el cuerpo real, pero el voluntario la ve moverse sobre un cuerpo que está a unos metros delante de él”. Al cabo de un minuto de estimulación, la mayoría de los voluntarios percibe una sensación rara. “Te parece que tú estás en ese cuerpo que está allí, delante de ti”, explica Ehrsson, que ha probado la experiencia en primera persona. “Algunos voluntarios empezaron a reírse, otros dijeron que encontraban esa sensación extraña, incluso irritante”

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Relatos de experiencias extracorpóreas

“Ya no tengo claro quién soy”
La experiencia extracorpórea es la más extrema de un conjunto de patologías cerebrales que generan ilusiones relacionadas con la percepción del cuerpo. He aquí algunos relatos inspirados en casos clínicos publicados en la revista médica The Lancet.
Somatoparafrenia
“Cada mañana me despierto de repente y siento que hay algo extraño en mi cama. Es como si hubiera otra persona. Los doctores me dicen que estoy obsesionada con mi pierna paralizada, ¡pero esa pierna no es mía!”
Autoscopia
“Tenía 41 años. Hacía ocho días que había perdido la vista a raíz de un tumor en la hipófisis. De repente, vi una cara delante de mí. Tras un gran susto, me di cuenta de que era yo. Si cambiaba mi expresión, la cara cambiaba la suya. Era como si me estuviera mirando en un espejo. La cara tardó siete años en desaparecer”.
Heautoscopia
"Tengo migrañas desde los 19 años. Ahora estoy sentado en una camilla del hospital, mientras una enfermera me reajusta la vía. De repente, estoy convencido de que me quiere intoxicar. Me veo a mí mismo detrás de la enfermera, diez años más joven. Pero no como en un espejo, sino como si fuera otra persona. Mi otro yo emprende una lucha con la enfermera”.
Sensación de presencia
“Estoy escalando en alta montaña sin oxígeno. Tengo la sensación de que alguien me acompaña. Me parece incluso que estamos atados de la misma cuerda. Finalmente, llegamos a la cima. Me doy la vuelta para ofrecerle a mi compañero una galleta y grito de miedo cuando veo que no hay nadie”.
Pérdida de identidad
“Dicen que me llamo G. Dedlow, ¿pero, soy o no soy G. Dedlow? Dicen que era soldado y que me amputaron brazos y piernas. Recuerdo que hace tiempo tenía claro quien era, ¿pero ahora quién soy?”
Mano anárquica
“Tengo una mano que no me obedece. Empezó subiendo y bajando la cremallera del bolsillo. Más de una vez se apropió del dinero que acababa de pagar. La situación se volvió intolerable cuando intentó masturbarme públicamente. Ahora me pellizca y golpea cuando menos lo espero”.
Síndrome de Capgras
“Dicen que tengo una psicosis, pero yo sé que ese hombre no es mi marido: le han sustituido por otro. Él se ha ido o ha muerto. Yo, por seguridad, me encierro en mi habitación por la noche. Le pediré a mi hijo su pistola”.

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Experiencias extracorpóreas

"Durante un turno de noche, una ambulancia trajo al hospital a un hombre de 44 años en coma. Al momento de intubarlo y pasarlo a la unidad de cuidados intensivos, le quité la dentadura postiza, la puse en un cajón y me olvidé de ella. Cuando se despertó, después de una semana, me vio y exclamó: ¡Esa enfermera sabe dónde está mi dentadura! Me la quitó y la puso en un cajón. Le pregunté cómo podía haber visto ese gesto, ya que estaba en coma. Era como si estuviera flotando cerca del techo, contestó. Veía desde arriba a los otros doctores y a mí mismo. Intentaba desesperadamente comunicaros que estaba vivo. El paciente dio una descripción detallada de la habitación y del personal médico. Y comentó que desde entonces ya no le tenía miedo a la muerte”.
(Relato de una enfermera holandesa apareció publicado en diciembre de 2001 en The Lancet).

“Los experimentos demuestran que se puede manipular la conciencia, hacerle creer a una persona que está en otro lugar, fuera de su cuerpo" Thomas Metzinger.

“Pero una experiencia extracopórea se puede dar así mismo en condiciones normales –agrega Metzinger–. Se cree que alrededor de una de cada diez personas experimentará algo parecido al menos una vez a lo largo de su vida”. La situación más común es la parálisis del sueño, una sensación de incapacidad de mover el cuerpo que puede aparecer al despertarnos o dormirnos, y a veces se asocia con la visión de uno mismo desde fuera. Hay relatos de experiencias extracorpóreas en las situaciones más inesperadas.

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domingo, 18 de mayo de 2008

TEXTOS PARA PENSAR

"Hasta nuestros días se ha confiado en los periodicos por ser portavoces de la opinión pública. Pero muy recientemente, algunos nos hemos convencido (...) de que no son en absoluto tales. Son, por su misma naturaleza, los juguetes de unos pocos hombres ricos. El capitalista y el editor son los nuevos tiranos que se han apoderado del mundo. Ya no hace falta que nadie se oponga a la censura de la prensa. No necesitamos una censura para la prensa. La prensa misma es la censura. Los periodicos empezaron a existir para decir la verdad y hoy existen para impedir que la verdad se oiga."

G. K. Chesterton 1917, Periodismo y crimen

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