“En respuesta a la aplicación de corrientes bajas, una paciente epiléptica de 43 años decía que se estaba hundiendo en la cama o cayendo desde arriba. Tras una subida de corriente, la mujer explicó que se veía a sí misma tumbada en la cama desde arriba”. Según los investigadores, la intersección de los lóbulos parietal y temporal podría estar relacionada con las experiencias extracorpóreas, tanto en individuos sanos como en enfermos. “Es la parte del cerebro encargada de hacer encajar las informaciones que vienen de los distintos sentidos”, explica Ehrsson.
“Si la tecnología de la conciencia se desarrollara suficientemente, se podría colocar a una persona en un entorno virtual y engañar a su cerebro hasta el punto de hacerle creer que su auténtica realidad es aquella y que su cuerpo real es el cuerpo que siente en el mundo virtual”, explica Metzinger. “La vuelta al mundo real podría ser muy dura, porque una experiencia de este tipo conferiría una percepción muy clara de un hecho que normalmente tendemos a ignorar. Es decir, que el mismo mundo real, la misma sensación que sentimos cada día de tener una identidad y estar en un cuerpo, no es nada más que una creación del cerebro, tan arbitraria y manipulable como la del mundo virtual. Incluso podríamos ser cerebros conservados en formol y nuestra conciencia el resultado de una sencilla estimulación externa”. Delante de este escenario desconcertante y que casi da miedo, Ehrsson se agarra con toda su fuerza a un reflexión de Einstein: “La realidad es sólo una ilusión, pero una ilusión que es muy persisten".
“Si la tecnología de la conciencia se desarrollara suficientemente, se podría colocar a una persona en un entorno virtual y engañar a su cerebro hasta el punto de hacerle creer que su auténtica realidad es aquella y que su cuerpo real es el cuerpo que siente en el mundo virtual”, explica Metzinger. “La vuelta al mundo real podría ser muy dura, porque una experiencia de este tipo conferiría una percepción muy clara de un hecho que normalmente tendemos a ignorar. Es decir, que el mismo mundo real, la misma sensación que sentimos cada día de tener una identidad y estar en un cuerpo, no es nada más que una creación del cerebro, tan arbitraria y manipulable como la del mundo virtual. Incluso podríamos ser cerebros conservados en formol y nuestra conciencia el resultado de una sencilla estimulación externa”. Delante de este escenario desconcertante y que casi da miedo, Ehrsson se agarra con toda su fuerza a un reflexión de Einstein: “La realidad es sólo una ilusión, pero una ilusión que es muy persisten".
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